La coincidencia del día primero de mayo con alguna otra festividad viene siendo el pretexto ideal para tomar uno de esos ‘puentes’ vacacionales que jalonan el calendario laboral. Con tal motivo, las autoridades de tráfico toman medidas especiales para regular los millones de desplazamientos por carretera. Pero muchos de esos alegres automovilistas desconocen que la fecha conmemora la ejecución en Chicago de unos líderes del movimiento obrero, cuyas luchas lograron esos avances en materia laboral de los que disfrutamos hoy. Y que será preciso defender con uñas y dientes frente a las amenazas del neoliberalismo.
Hasta 1853 la jornada en las empresas norteamericanas era de 11 a 14 horas. Desde el Congreso de Baltimore de 1867 y la creación, en 1870, de la sección estadounidense de la Asociación Internacional de los Trabajadores, hasta las huelgas neoyorquinas de 1872-1873, que consiguen la jornada de ocho horas, hubo un período de agitaciones. La reivindicación de lo que dieron en denominar las Tres Gracias (ocho horas de trabajo, ocho de ocio y cultura, ocho de descanso) fue el origen del llamamiento a la huelga general del Primero de Mayo de 1886. Ese día, según informaba un periódico de Chicago: «No salía humo de las altas chimeneas de las fábricas y talleres; y todo tenía un aire dominical». El Philadelphia Tribune escribió: «Al “elemento obrero” lo ha picado una especie de tarántula universal». En Detroit, 11.000 trabajadores desfilaron durante ocho horas. En Nueva York, 25.000 obreros con antorchas marcharon de Broadway a Union Square; 40.000 hicieron huelga. En Louisville, Kentucky, más de 6.000 trabajadores, negros y blancos, marcharon por el Parque Nacional violando deliberadamente el edicto que prohibía la entrada de gente de color. En Chicago, el foco de la rebelión, cerca de 30.000 obreros hicieron huelga.
El 2 de mayo ocurrió un incidente en la planta de McCormick Reaper, cerrada a los trabajadores sindicados y a la que la policía llevaba a diario grupos de esquiroles. Mientras 6.000 o 7.000 trabajadores escuchaban al líder obrero August Spies, unos cuantos centenares se enfrentaron a los esquiroles que salían de la planta. «De repente, se oyeron disparos cerca de la planta de McCormick y más o menos 75 asesinos robustos, grandotes y bien comidos, al mando de un teniente gordo de policía, pasaron, seguidos por tres furgones llenos de bestias del orden público». Durante la represión, al menos dos trabajadores cayeron muertos; muchos quedaron heridos, entre ellos varios niños.
El 3 de mayo, el conflicto se extendió a cerca de 340.000 trabajadores por todo el país, 190.000 de ellos en huelga. En la mañana del 4 de mayo, la policía atacó una columna de 3.000 huelguistas en Chicago. Al atardecer, otros 3.000 obreros se congregaban en la plaza Haymarket en señal de protesta. Al comenzar a llover, la reunión se disolvió y entonces, cuando solamente quedaban 200 asistentes, se presentó un destacamento de 180 policías que les ordenó dispersarse. Cuando el capitán de policía se volvió para dar órdenes a sus hombres, una bomba estalló en sus filas. La policía transformó Haymarket en una zona de fuego indiscriminado, descargando salva tras salva contra la multitud, matando a varios e hiriendo a unos 200.
El 5 de mayo, en Milwaukee, la milicia del Estado reprimió un mitin de trabajadores con una sangrienta masacre, matando a ocho trabajadores polacos y un alemán por violar la ley marcial. En Chicago, las detenciones masivas abarrotaron las cárceles de huelguistas. A mediados de mayo de 1886 se convocó en Chicago un gran jurado con la misión de juzgar a Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Adolf Fischer, George Engel, Louis Lingg y Oscar Neebe, todos ellos miembros destacados de la International Working People’s Association. El juicio se celebró sin conseguir probar la participación de los acusados en el incidente de la bomba, pese a lo cual los siete fueron condenados a muerte. Surgió un gran movimiento por todo el mundo para defenderlos; se celebraron mítines en Holanda, Francia, Rusia, Italia, España y por todo Estados Unidos.
El 11 de noviembre de 1886, cuatro hombres (Spies, Engel, Parsons y Fischer) fueron conducidos ante la horca. Mientras le cubrían la cabeza con la capucha, Spies dijo: «Llegará un tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que ustedes estrangulan hoy».
Relato de la ejecución por José Martí, corresponsal en Chicago del periódico argentino La Nación:...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...
En recuerdo de estos sucesos, la II Internacional declaró el Primero de Mayo como día internacional para exigir la jornada laboral de 8 horas. Actualmente, en muchos países se celebra como Día Internacional de los Trabajadores. En España se celebró por primera vez en 1890. Durante los años de la dictadura franquista, se organizaba una pantomima oficial llamada «Fiesta del Trabajo», al tiempo que se reprimía con gran dureza a los obreros que intentaban conmemorar el verdadero sentido de esta fecha.
http://carnetdeparo.blogspot.com/
Hasta 1853 la jornada en las empresas norteamericanas era de 11 a 14 horas. Desde el Congreso de Baltimore de 1867 y la creación, en 1870, de la sección estadounidense de la Asociación Internacional de los Trabajadores, hasta las huelgas neoyorquinas de 1872-1873, que consiguen la jornada de ocho horas, hubo un período de agitaciones. La reivindicación de lo que dieron en denominar las Tres Gracias (ocho horas de trabajo, ocho de ocio y cultura, ocho de descanso) fue el origen del llamamiento a la huelga general del Primero de Mayo de 1886. Ese día, según informaba un periódico de Chicago: «No salía humo de las altas chimeneas de las fábricas y talleres; y todo tenía un aire dominical». El Philadelphia Tribune escribió: «Al “elemento obrero” lo ha picado una especie de tarántula universal». En Detroit, 11.000 trabajadores desfilaron durante ocho horas. En Nueva York, 25.000 obreros con antorchas marcharon de Broadway a Union Square; 40.000 hicieron huelga. En Louisville, Kentucky, más de 6.000 trabajadores, negros y blancos, marcharon por el Parque Nacional violando deliberadamente el edicto que prohibía la entrada de gente de color. En Chicago, el foco de la rebelión, cerca de 30.000 obreros hicieron huelga.
El 2 de mayo ocurrió un incidente en la planta de McCormick Reaper, cerrada a los trabajadores sindicados y a la que la policía llevaba a diario grupos de esquiroles. Mientras 6.000 o 7.000 trabajadores escuchaban al líder obrero August Spies, unos cuantos centenares se enfrentaron a los esquiroles que salían de la planta. «De repente, se oyeron disparos cerca de la planta de McCormick y más o menos 75 asesinos robustos, grandotes y bien comidos, al mando de un teniente gordo de policía, pasaron, seguidos por tres furgones llenos de bestias del orden público». Durante la represión, al menos dos trabajadores cayeron muertos; muchos quedaron heridos, entre ellos varios niños.
El 3 de mayo, el conflicto se extendió a cerca de 340.000 trabajadores por todo el país, 190.000 de ellos en huelga. En la mañana del 4 de mayo, la policía atacó una columna de 3.000 huelguistas en Chicago. Al atardecer, otros 3.000 obreros se congregaban en la plaza Haymarket en señal de protesta. Al comenzar a llover, la reunión se disolvió y entonces, cuando solamente quedaban 200 asistentes, se presentó un destacamento de 180 policías que les ordenó dispersarse. Cuando el capitán de policía se volvió para dar órdenes a sus hombres, una bomba estalló en sus filas. La policía transformó Haymarket en una zona de fuego indiscriminado, descargando salva tras salva contra la multitud, matando a varios e hiriendo a unos 200.
El 5 de mayo, en Milwaukee, la milicia del Estado reprimió un mitin de trabajadores con una sangrienta masacre, matando a ocho trabajadores polacos y un alemán por violar la ley marcial. En Chicago, las detenciones masivas abarrotaron las cárceles de huelguistas. A mediados de mayo de 1886 se convocó en Chicago un gran jurado con la misión de juzgar a Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Adolf Fischer, George Engel, Louis Lingg y Oscar Neebe, todos ellos miembros destacados de la International Working People’s Association. El juicio se celebró sin conseguir probar la participación de los acusados en el incidente de la bomba, pese a lo cual los siete fueron condenados a muerte. Surgió un gran movimiento por todo el mundo para defenderlos; se celebraron mítines en Holanda, Francia, Rusia, Italia, España y por todo Estados Unidos.
El 11 de noviembre de 1886, cuatro hombres (Spies, Engel, Parsons y Fischer) fueron conducidos ante la horca. Mientras le cubrían la cabeza con la capucha, Spies dijo: «Llegará un tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que ustedes estrangulan hoy».
Relato de la ejecución por José Martí, corresponsal en Chicago del periódico argentino La Nación:...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...
En recuerdo de estos sucesos, la II Internacional declaró el Primero de Mayo como día internacional para exigir la jornada laboral de 8 horas. Actualmente, en muchos países se celebra como Día Internacional de los Trabajadores. En España se celebró por primera vez en 1890. Durante los años de la dictadura franquista, se organizaba una pantomima oficial llamada «Fiesta del Trabajo», al tiempo que se reprimía con gran dureza a los obreros que intentaban conmemorar el verdadero sentido de esta fecha.
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Me gustaria que publiquen esto, y si quieren comentarlo o leerlo bienvenido. No quiere decir que apoye todo lo que aqui se expresa, pero es la realidad mirada desde otro punto de vista:
ResponderEliminarExcelente carta del Sr. Cnel. Fantoni, que expresa sentimientos muy nuestros, pero sobre todo, aporta a la VERDAD HISTORICA.
Se merece la mayor difusion, en favor de nuestros jovenes y el futuro Oriental
Sr. Presidente:
Días pasados se conmemoró un nuevo aniversario de los hechos acaecidos el 14 de abril de 1972.
Ese día cuatro ciudadanos fueron asesinados a mansalva en distintos puntos de la capital, víctimas de la aplicación de un detallado y frío plan terrorista de intimidación a la ciudadanía y a sus legítimos representantes políticos.
Los Tupamaros aumentaban así sus apuestas a la violencia, iniciada muchos años antes. Pocos días después, el 18 de mayo, se produciría el asesinato, en un cobarde atentado casi sin parangón mundial en la época, de cuatro soldados dentro de un vehículo militar estacionado en la vía pública. Se encontraban cumpliendo una misión del Servicio. Fueron masacrados sin ninguna chance de defensa.
En la época, ambos acontecimientos fueron pública y profusamente deplorados por la ciudadanía. Actores políticos hicieron sendos discursos, en donde se resaltaba que jamás serían olvidados en su inmolación en defensa de la Patria…
El 14 de abril fue el día elegido para rendir homenaje permanente a todos los civiles, policías y soldados caídos a lo largo de los años en que el terrorismo obligó a la Patria a hacer uso de sus armas, enfundadas desde la afirmación de nuestra Nacionalidad.
Como considero que otros tienen más autoridad y derechos que yo a referirse a los civiles y policías asesinados en esos años, me referiré sólo a los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas que DIERON SU VIDA en cumplimiento del deber.
¿Hay sacrificio mayor y más honorable para un Soldado, que ofrendarse a sí mismo hasta la muerte por su Patria? ¿O lo que cantamos los Orientales desde niños en las escuelas, acerca de nuestra Bandera: “es su sombra la que buscan, los valientes al morir”, creen algunos que es un simple decir? ¿Y qué decir de: “No ambiciono otra fortuna ni reclamo más honor que morir por mi Bandera”?
Todos los caídos figuran con letras de relieve en los Parques del recuerdo de las Unidades Militares de todo el País. A veces parecería que es en el único lugar en que se les honra. ¿Cómo podemos tan siquiera mirar de frente y a los ojos a sus familiares que los guardan en sus corazones? ¿Cómo explicarles que fueron héroes, de la talla de los de la Patria Vieja, si hoy quienes se creen mayoría y dueños de la Opinión Pública, sostienen,sin escandalizarnos, que integraron un Ejército criminal y obsecuente?
¡Y dieron su vida cumpliendo su consigna, emanada del propio Pueblo que los armó en su Defensa!
Muchas veces integrantes de las generaciones jóvenes me han preguntado porqué peleamos. Porqué arriesgamos nuestras vidas en una lucha incomprendida por la Sociedad actual.¿Qué nos motivaba?
Siempre les contesto que primero agradecemos a Dios haber tenido la posibilidad de pasar por aquellos días, sobrevivido y tener la fortuna de ver crecer nuestras familias, agrandarse nuestros afectos y ver cómo la vida plena nos envolvía en su devenir.
Los que figuran en aquellos Parques de los recuerdos…ninguno de ellos vio cristalizar estas expectativas de vida…
Enseguida les expreso, a riesgo de parecer pomposo y grandilocuente para el actual vocabulario social, que lo que impulsaba a los Oficiales Militares de entonces era un verdadero y genuino amor a la Patria. Amor que, iniciado desde la cuna en sus familias, como en casi todas las de aquella época, había cristalizado en su formación en la Escuela Militar. Nobles instructores los educaron en el sacrificio, en el honor, en el sentido de Patria por sobre sus necesidades personales. Educación de valores tradicionales en nuestro Ejército, que ellos volcaron luego en las Plazas de Armas de todas las unidades militares del País, en el caldo fecundo de aquellos esforzados soldados, completándose así el ciclo de ideas formadoras de Orientalidad.
Cuando la Patria, amenazada en su existencia los llamó en su defensa, los encontró, a todos ellos, Oficiales y Soldados, velando sus armas; aquellas que les había entregado confiada en esta preparación.
La soberbia terrorista, expresada en todos los delirantes documentos y planes de los Tupamaros y demás grupos subversivos, creía que arrasar con las Fuerzas Armadas sería un paseo.
Y con ese concepto, tan equivocado, entraron de lleno a operar en una ofensiva, que creían final, contra el último obstáculo antes de lograr su tan ansiada toma del poder.
Igual que en Rusia, igual que en Cuba, igual que en cualquier País del mundo en donde la guerrilla marxista destrozó la democracia y sometió a los Pueblos a años de terror y sufrimiento.
En su demencia, entendida solo por el calificativo de “delirante” y tal vez con la fama lograda entre sus fomentadores de ser el movimiento guerrillero más exitoso del momento en el mundo, arremetieron con todas sus fuerzas contra el Pueblo de la época.
Contra esos ciudadanos que tenían sus representantes naturales en el Legislativo y que eran presididos por un Ejecutivo por ellos elegido para que guiara su destino.
Y que no vacilaron en activar a sus Fuerzas Armadas, a través de esos representantes, una vez que todas las defensas parecían caer ante el enemigo.
Y aquellos Soldados, ciudadanos Orientales representantes de la Patria en Armas, les infligieron a los agresores una total y absoluta derrota.
Sin pedir nada a cambio. Sin esperar más recompensa que la satisfacción íntima, pocas veces expresada en público, de cumplir rápida y eficazmente la Orden emanada de aquel Pueblo.
Y esto fue así, le duela a quien le duela hoy en día. Y pese a los burdos intentos de disfrazar la verdad.
Que provienen de aquel viejo enemigo derrotado en el campo de batalla, acostumbrado a conspirar entre las mentes jóvenes, aprovechando la natural nobleza e idealismo de las juventudes Orientales.
La verdad es que plantearon una lucha equivocada, con ideales internacionalistas, ambiciosos de poder, a espaldas del Pueblo y en contra de las tradiciones nacionales.
Y fueron derrotados. A pesar de sus convencidas expectativas. Por las Fuerzas Armadas criollas a las que tanto menospreciaron, ya que eran parte de aquel “cascarriaje”, como se referían al Pueblo.
Y los integrantes de aquellas Fuerzas hoy tan escarnecidas, tenemos aún el orgullo y la íntima satisfacción de haber sabido cumplir con nuestro deber. Y el convencimiento de que si pudiéramos volver en el tiempo, lo volveríamos a hacer.
Sé que afirmaciones como éstas escandalizarán a más de uno. Y no sólo de aquellos enemigos de antaño sino de ciudadanos honestos. Que desean un futuro para sí y sus hijos. Que trabajan diariamente para obtener el sustento. Y que a pesar de ello nos ven, a aquellos viejos soldados, como agresores de la Patria. ¡Tanto ha logrado la masiva, permanente y deformante campaña publicitaria que los terroristas disfrazados y sus desinformados panegiristas han derramado sobre el sufrido Pueblo Oriental!
Pero la verdad es una sola y ellos la saben bien, pese a sus diatribas diarias, a sus vocingleros actos “masivos”, a su bochinche seudo-intelectual.
Y a pesar de ser cosas fácilmente comprobables, de las que son testigos fidedignos la enorme mayoría de los ciudadanos de más de cuarenta años, el engaño sigue campeando.
Esos mismos ciudadanos, que satisfechos de ver cómo la amenaza terrorista desaparecía de su vida, aplaudían en las paradas de ómnibus el paso de los vehículos militares cargados de soldados patrullando la ciudad.
Y que gracias a aquel esfuerzo bélico pudieron hacer sus estudios en paz, trabajar con tranquilidad, sin preocuparse de hechos violentos como los actuales, inconcebibles en aquella época.
Que vieron a sus pequeños jugar en las veredas y plazas de la ciudad, sin ocurrírseles que podrían correr peligro al hacerlo.
Igualmente en aquel tiempo, hubo uruguayos que creyeron en el poderío Tupamaro. Y por las dudas, pensando en su propia y futura conveniencia más que en su País, colaboraron activa o pasivamente con los subversivos. Actitud incalificable, pero que es propio de nuestra débil naturaleza humana, tan proclive a actitudes autodestructoras.
Ellos también disfrutaron durante años del fruto de la acción militar. JÓVENES DE HOY: ¡no es verdad que nuestro Pueblo vivía asustado y reprimido! Los que sí lo estuvieron fueron todos aquellos mediocres y fracasados que creyeron, que mediante esa vía, sin el trabajo honrado y diario, podrían alcanzar posiciones de poder en el País, para después, transformarlo a su medida.
Y eran, como siempre y en todos lados, una minoría. Que como no pasó en otros horizontes, fracasaron en su intento. Felizmente para la Patria.
Hoy los años han pasado. Treinta y siete desde aquel “año terrible” de 1972. Y muchos más desde el inicio del terror subversivo.
Los jóvenes de entonces, apenas salidos de nuestra querida Escuela Militar, junto a los Oficiales más experientes y a aquellos Soldados que encontramos en las Unidades a las que nos destinaron o que vimos ingresar ilusionados de servir a su Patria, ya estamos encanecidos. Los más afortunados. Muchos ya no nos acompañan en este mundo. Otros, como dijimos, no tuvieron oportunidad, cayeron en la lucha.
Hoy, por ahora en otra dimensión social, en luchas políticas propias de la Democracia, los viejos sentimientos del enemigo vencido resurgen a más no poder. Se oyen los mismos rumores agoreros de odio, de lucha de clases, de ataques a la propiedad privada, de asaltos y robos en los que no se sabe adonde va el dinero robado…
Se deleitan los que aturden a los Pueblos con cantos de sirena.
Se regocijan cuando ven a la Patria sudamericana, aquella por la cual peleó, venció y fue traicionado el Prócer, desangrarse en sistemas extraños a su esencia; como buscando en tenebrosos pensadores como Marx, Engels, Lenin, Gramsci y otros de su calaña, la solución a sus problemas.
Y otros, escribas de la discordia, cómodos seudo-analistas expertos en la felina habilidad de caer siempre bien parados, ya están afirmando el triunfo de candidatos que provienen de aquellos terroristas de antaño.
Y los presentan como un ejemplo de estadistas, deslumbrados por su lenguaje patibulario, encantados con las soluciones absurdas expresadas en esos términos. Que estos escribas, muchos de ellos de pitucos apellidos, repetidos en la Historia Nacional, algunos nefastos para la Orientalidad, admiran como a inalcanzables genios políticos, inexorables triunfadores en las próximas elecciones...¿o será tratando de acomodar el cuerpo,por las dudas?
Y sólo siguen siendo DELIRANTES como en sus épocas de terrorismo, engañadores de la raza humana, ensoberbecidos de su aparente poderío.
La Patria se merece un futuro mejor. Los Orientales deben encontrar su destino. Si no el que soñó Artigas, por lo menos el que se plasmó desde 1825, forjado por héroes de su inspiración.
Por todo lo escrito. Por mucho más aún que no se ha escrito. Pensando en todos los camaradas caídos en la guerra interna. En aquellos combatientes que aún viviendo no pueden gozar de sus familias y del fruto de su trabajo, en libertad. Por todo esto, es que no renunciaremos jamás al derecho de decir la verdad de aquellos días tan lejanos y tan presentes. Y siempre nos consideraremos del Bando de la Patria. Portadores de sus Armas, tan invictas hoy como ayer. Nada de dos demonios y otros disparates maquiavélicos. Combatientes de la Patria, veteranos vencedores de la última guerra declarada por la Nación contra sus agresores. Nada más. Ni nada menos.
Con atentos saludos
Minas, abril del 2009
Cnel ® Horacio Fantoni
Estimado Martin: ¿cuál era la función del Servicio? ¿Al servicio de quien estan los soldados?...acaso del pueblo?... o de la oligarquía?
ResponderEliminar...Cual es su Patria?... yo pensé que los que habian masacrado al pueblo trabajador durante 13 años con todo su ejército, eran los milicos... o sea, los ricos, los dueños del poder,de los ejércitos, de la tierra, etc,...
... ud mismo lo dice, dieronsu vida en cumplimiento del deber...y el deber lo impone alguien, en este caso, estados unidos y sus servicios de intelegencia... a traves de los cipayos de aca, los polítcos de turno, y los alcahuetes de siempre, a cargo de las armas y de la guerra...
... no tengo mas tiempo... gracias por los comentarios... abrazo
Disculpe la falta de tiempo que tengo yo esta vez para responderle, extraigo otro documento:
ResponderEliminarAlgunas "expropiaciones" del MLN-T entre 1964 y 1969
Fuente: Diario El País - La columna de pepe preguntón - Hablando en plata – 18/03/2009
Fecha
Institución
US$
US$ de hoy
14/10/1964
Banco de Cobranzas
5.800
34.752
10/09/1968
Banco de Londres
20.000
119.836
03/10/1968
Banco Comercial
12.860
77.055
18/10/1968
Sociedad de Bancos
23.560
141.167
24/10/1968
Banco Comercial
13.700
82.088
01/11/1968
UBUR
13.316
79.787
29/11/1968
Casino Carrasco
25.000
149.795
10/12/1968
Banco Mercantil
1.880
11.265
12/12/1968
Banco Popular
13.668
81.896
31/12/1968
Empresa
48.000
287.607
07/01/1969
Empresa
32.000
191.738
14/02/1969
Financiera Monty
2.400
14.380
18/02/1969
Casino San Rafael
220.000
1.318.197
13/03/1969
Banco Fray Bentos
60.000
359.508
05/06/1969
Blindado
54.000
323.557
Total
546.184
3.272.627
Se acuerdan del Plan Collar ? Pues, para los que son muy jovenes y no lo saben: el PLAN COLLAR consistio en la compra ( con los dineros "confiscados" ) por parte del MLN-T de chacras , quintas o pequeñas fracciones de campo alrededor de Montevideo, haciendo, en la practica, un "cordon" ( un collar) que rodeaba y / o aislaba Montevideo una planificacion estrategica, esta escrito en los propios libros que el MLN-T publico.,ademas de nuestros profusos antecedentes al respecto ( los documentos oficialesoficiales - archivos - que estan en poder de Azucena Berruti y sus "asesores", cuando se los llevaron del Estado Mayor del Ejercito. esos archivos fueron tambien "confiscados" para que ciertas cosas NO SE DIVULGARAN.
Mujica sera capaz de explicar publicamente cual es el origen de su actual chacra ? podriamos ver los antecedentes notarios correspondientes ? con que dinero se compro esa chacra ?
Algun "periodista" de esos que vemos a diario, se animaran a preguntarle a Mujica sobre el origen de la chacra ?? se animaran a que explique que era el Plan Collar Y que paso con el resto de las chacras, el MLN-T todavia las tiene? para que ? que proyectos productivo (privado o colectivo) estan haciendo en ellas ?